El
impacto que nuestros problemas o dificultades emocionales y sociales
tienen en el cuerpo, es tal, que incluso muchas enfermedades conllevan
un tratmiento no solo médico sino PSICOLÓGICO.
La fibromialgia es uno de estos casos, incluso es conocida como la "enfermedad de las emociones contenidas". Así, la fibromialgia es un trastorno prevalente en la población femenina en un porcentaje diferencial de 90% al 10% en relación con los varones. Por lo general, estas muchas mujeres y pocos hombres tienen en común una forma de afrontar la cotidianidad que suele ser un factor que favorece el aumento de los dolores y el padecimiento psicológico. Se sienten personas incomprendidas y en fácil que entren en conflicto con las personas que les rodean.
La baja autoestimas cohabita con la fragilidad física, y es más habitual de lo deseable que no sepan cuáles son sus propias necesidades, intentando constantemente satisfacer las necesidades de los demás antes que las suyas propias.
Los dolores que provoca la enfermedad tienden a provocar agresividad y ansiedad por la sensación de impotencia que subyace a la percepción del dolor, si bien con técnicas de relajación y respiración existe evidencia de una disminución de la prevalencia del mismo. Un elemento de desajuste psicológico característico de este trastorno es la acumulación de conflictos emocionales de rabia y tristeza al sentirse incomprendidas, impotentes, no ayudadas, que aumentan la situación de estrés, pérdida de concentración y de memoria, pero sobre todo, distanciamiento emocional de los seres queridos.
Que nuestro objetivo siempre sea tener una relación sana con uno mismo. Dándonos cuenta, del papel activo que tiene uno mismo en la construcción de su propia vida.
La fibromialgia es uno de estos casos, incluso es conocida como la "enfermedad de las emociones contenidas". Así, la fibromialgia es un trastorno prevalente en la población femenina en un porcentaje diferencial de 90% al 10% en relación con los varones. Por lo general, estas muchas mujeres y pocos hombres tienen en común una forma de afrontar la cotidianidad que suele ser un factor que favorece el aumento de los dolores y el padecimiento psicológico. Se sienten personas incomprendidas y en fácil que entren en conflicto con las personas que les rodean.
La baja autoestimas cohabita con la fragilidad física, y es más habitual de lo deseable que no sepan cuáles son sus propias necesidades, intentando constantemente satisfacer las necesidades de los demás antes que las suyas propias.
Los dolores que provoca la enfermedad tienden a provocar agresividad y ansiedad por la sensación de impotencia que subyace a la percepción del dolor, si bien con técnicas de relajación y respiración existe evidencia de una disminución de la prevalencia del mismo. Un elemento de desajuste psicológico característico de este trastorno es la acumulación de conflictos emocionales de rabia y tristeza al sentirse incomprendidas, impotentes, no ayudadas, que aumentan la situación de estrés, pérdida de concentración y de memoria, pero sobre todo, distanciamiento emocional de los seres queridos.
Que nuestro objetivo siempre sea tener una relación sana con uno mismo. Dándonos cuenta, del papel activo que tiene uno mismo en la construcción de su propia vida.
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